En el siglo III a.c., se edificó el primer faro en la isla de Faros en el puerto de Alejandría.
El faro era visible a una distancia de 50 kilómetros debido a que en lo alto tenía una fogata encendida, en un gran cesto de metal, que ayudaba a los navegantes a dirigir sus embarcaciones hacia el puerto, durante la noche.
Con el paso del tiempo el faro ha sufrido una constante evolución, sobre todo en la fuente que produce la luz que emite, así pues de la hoguera, pasó a las velas, enseguida a la lámpara de aceite y de ahí a la utilización de la lámpara eléctrica.
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