Con la utilización de los metales se hizo necesario hacer uso de algún instrumento que permitiera suministrar una buena cantidad de oxígeno al fuego, con el fin de avivarlo, para producir altas temperaturas.
El único medio a través del cual se lograba, era soplando aire por medio de un fuelle que, primitivamente, se hacía con pellejos o cueros de animales sacrificados.
Al pegar dos tablas a los lados del cuero, se manipulaban para producir aire que salía por un orificio, practicado generalmente en una de las patas del cuero del animal.
En el año 2,300 A.C., en el oriente medio se usaban fuelles accionados a mano.
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