Para mover las máquinas que molían el trigo o la cebada mediante ruedas de piedra era necesario contar con una gran fuerza.
Los chinos, babilonios y egipcios utilizaron sencillos molinos movidos por agua, pero los romanos perfeccionaron la técnica del molino hidráulico.
Desviaban las aguas de un río, construían canales y hacían caer el agua sobre las aspas de una gran rueda colocada en forma vertical o un sistema de ruedas para mover ejes que provocaban el movimiento de las piedras para moler y triturar.
Había también molinos con ruedas colocadas en forma horizontal que aprovechaban las fuertes corrientes para mover ruedas pequeñas y con estas máquinas sencillas se molía el grano.
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