La intervención quirúrgica hace rato que ha comenzado y transcurre sin problemas. El paciente anestesiado y tendido sobre la mesa con el tórax al descubierto, esta siendo sometido a una delicada operación de by-pass coronario, intervención quirúrgica que consiste en conectar un trozo de vena o de arteria desde la aorta a la arteria coronaria. De este modo, el cirujano evita el tramo de vaso sanguíneo obstruido por una complicación cardíaca, como una angina de pecho.
A pesar de la complejidad que presente la cirugía de derivación, como también se conoce como al by-pass en el campo de operaciones, no hay ni rastro de sangre ni grandes incisiones. Tampoco se aprecia la frenética actividad de las enguantadas manos del cirujano y de sus ayudantes. Su lugar esta ocupado por un enorme robot cuyos brazos metálicos, cubiertos por un plástico estéril, se han introducido en el cuerpo del paciente por tres pequeños orificios del diámetro de un lápiz.
Con la apariencia de un gigantesco insecto con tres trompas succionadoras, el robot está realizando paso a paso una meticulosa operación que los cirujanos cardíacos han ejecutado miles de veces. Pero este ingenio articulado ni es autónomo ni está solo.
Entre la veintena de personas presentes en quirófano, a pocos metros de distancia del robot, hay un experimentado cirujano que dirige y controla en tiempo real todos sus movimientos. Esta cómodamente sentado ante una consola semejante a la de un sofisticado videojuego. Para ello, dispone de una pantalla de alta resolución con imágenes de tres dimensiones del campo quirúrgico, así como de joystick o mando que transfiere con precisión las órdenes del cirujano a los brazos del robot.
Esta escena de cirugía asistida por robots no es ciencia-ficcion, sino una realidad tecnológica que se empezó a experimentar con humanos, concretamente en cirugía digestiva, hace solamente una docena de años.
"Robots cirujanos", en Muy interesante, México, año XVI, núm. 12 p. 50.