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09/11/2012

Prometeo


Prometeo era  hijo de titán Japeto y de la Tierra. Se le admitia en el Olimpo, la morada de los dioses, y tomaba parte en sus discusiones. Prometeo amaba a los hombres, que eran desgraciados, y hacia llegar sus peticiones a los dioses.

Bajaba a la tierra y andaba entre los hombres, a quienes enseñó la manera de contar el tiempo, el alfabeto, los números, la navegación y hasta la medicina.




Pero los hombres sólo conocían el fuego en el rayo y en el sol. Comían la carne cruda; no podían trabajar los metales ni tener en sus casas una llamada encendida. 




Los dioses, indiferentes al sufrimiento de los hombres, habían determinado que el fuego, "la flor roja", que es amorosa y civilizadora, pertenecería sólo a los dioses.



Prometeo, dispuesto a ayudar a sus amigos, se acercó a la rueda del Sol, y encendiendo en ella una antorcha, corrió a traerla a la tierra.



Para castigar a Prometeo, los dioses enviaron al mundo a Pandora, con una caja sellada que contenía todos los males. La recibió un hermano de Prometeo, la abrió impaciente, y las calamidades salieron volando de la caja y se esparcieron por todo el mundo.



Así, los hombres empezaron a sufrir epidemias, terremotos, pestes y diluvios. La desgracia cayó sobre ellos como una lluvia inacabable.



Y Prometeo fue encadenado a las rocas de un volcán, el Vesubio, a donde llegaban los buitres. Sus gritos resonaban en las rutas de la montaña, pero los dioses no quisieron escucharlo. Solo Hércules, generoso y fuerte, se apiadó de Prometeo y con flechazos mató a los buitres que lo rodeaban. Así el héroe pudo verse libre.



El fuego cambió la vida de los humanos: en las casas había fuego y calor; los metales derretidos fueron trabajados, y así nacieron desde las armas para defenderse de las fieras y los instrumentos de caza, hasta la confección de joyas para el adorno de hombres y mujeres.



Desde entonces tuvo Prometeo un lugar superior al de los héroes que son solamente hombres, y se aproximó a los propios dioses.

Mito griego

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